sábado, octubre 04, 2008

Contradicciones y tribulaciones en los orígenes de la subjetividad política latinoamericana.

Las sociedades latinoamericanas reproducen especularmente desde su nacimiento el doble estándar constitutivo de los estados nacionales europeos. La metafísica de la soberanía popular y de la voluntad general unificaba idealmente lo que en la facticidad social estaba profundamente escindido: ricos y pobres, ilustrados y pueblo llano se hallaban nivelados en el plano de la declaración discursiva, pero en la empiria de la cotidianidad tensas e irreductibles oposiciones los enemistan. Ese doble estándar, fundante de un dualismo ontológico que absuelve la inaplicabilidad práctica de los principios enunciados en un plano puramente teórico, se instala y reproduce exacerbadamente en América Latina como consecuencia de características peculiares de la dinámica que la sociedad adopta en esta parte del mundo una vez producida su integración por la vía de la conquista y la colonización. Así, la preexistencia de una cultura originaria que había alcanzado un extraordinario grado de desarrollo cultural dio lugar a unas ruidosas condiciones iniciales para el proyecto de organización de los estados nacionales. Los habitantes originarios que habían resistido al brutal genocidio de los tiempos de la conquista fueron aherrojados en el desierto, en la frontera, mediante expedientes de nihilización ontológica que los asimilaba a la mera naturaleza. Salvajismo, barbarie fueron algunos de los conceptos que se idearon para designar lo que se consideraba como pura animalidad del aborigen: una vida desnuda, natural que el europeo consideraba desprovista de todo valor político, de toda forma cultural. Por cierto que esta expulsión del mundo humano que se hacía del hombre indígena, este desconocimiento de su legitimidad a expresar una diferente forma de ser un animal político, cobraban virulencia al ser ejercidos por criollos que sentían una profunda confusión en cuanto a su verdadera condición jurídica: el ius sanguinis colisionaba con el ius solis que comenzaba a pensarse, con razonable justicia a la luz de crecientes intereses emancipacionistas, como la alternativa jurídica para fijar a los ciudadanos a un proyecto nacional. Mirar afuera y mirar adentro. Una cierta bifrontalidad dio forma, desde los inicios mismos de la organización moderna de nuestras naciones, a la conciencia del criollo. Imitación a lo europeo en el universo de lo superestructural, deseo de cierta gestión autónoma de la riqueza vernácula en el plano estrictamente económico.

1 comentario:

  1. Anónimo22:42

    Hola amigo muy lindo el blog, recien acabo de hacer un comentario de su blog en el programa un abrazo grande saludos a la flia, marcelo silvia y luz. x cualquier material marceloortizlv16@hotmail.com y unlugarlv16@yahoo.com.ar las direcciones de correo

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