viernes, septiembre 20, 2019

Hacia una política de la carne. La irrepesentabilidad del sufrimiento.

Toda las experiencias políticas triunfantes se han regodeado por ser las implementaciones racionales de la verdad. El gobierno de la razón ha sido, sin embargo, el gobierno del capricho ideológico de los individuos o los grupos que han sentido la necesidad mesiánica de salvar a los que no pueden pensar por sí mismos. Así están las cosas: plutocracia o demagogia que jamás se acercan a la resolución del dolor real, ese que experimenta el cuerpo. Por eso es imprescindible una política de la carne, una política del desorden de necesidades que expresa la piel. El sufrimiento es irrepresentable, por eso exige la radicalidad democrática de la palabra no mediada del que sufre. No importa ni la sintaxis ni la belleza retórica de los lenguajes. Es necesario una democracia del balbuceo. Dejar que la carne balbucee la historia y el presente de la necesidad insatisfecha.