domingo, noviembre 23, 2008

La Filosofía es puramente metapolíica.




He pensado la filosofía como un discurso práctico, es decir como un posicionamiento teórico cuya legitimación se halla en un obrar transformador sobre la realidad. El viejo Marx pensó que la filosofía como pura especulación teórica no es sino una versión secular de la teología y en tal sentido su destino es su negación dialéctica a través de su realización política. La contextualización histórica y cultural del pensamiento me hizo pensar que la única realización posible para una filosofía que diera cumplimiento a esta intervención liberacionista en la realidad consistía en la filosofía latinoamericana, cuyos orígenes en el siglo XIX se hallan enderezados a orientar y acompañar la transformación de la realidad colonial de las recientemente emancipadas naciones latinoamericanas.
La dificultad que creo insalvable en esta visión de la filosofía tiene que ver con cuestiones epistemológicas, metodológicas, ideológicas y políticas: el devenir temporal me impuso de un desenfoque personal enteramente imputable a mi ignorancia de la tradición filosófica tanto en su desenvolvimiento teórico como en la práctica académica. La filosofía es fundamentalmente un discurso teórico que se origina entre los griegos y si algo lo caracteriza de un modo esencial es su vocación de gratuidad, de inutilidad. Aristóteles concibió a este conocimiento como uno que tiene su fin en sí misma. La filosofía no tiene ulterioridades políticas explícitamente manifiestas. Quien crea que al hacer filosofía estará contribuyendo a la cancelación de las injusticias más terribles que tornan insoportable la vida de vastísimas mayorías populares a lo largo y ancho de todo el mundo, está equivocado.

1 comentario:

  1. No puedo menos que coincidir, pero a la vez, la lectura de un buen libro, una buena clase que escuchamos, no modifica impercepriblemente algo en nosotros? no nos transforma por afección o contagio aún cuando no lo sepamos?

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