lunes, noviembre 10, 2008

Desde el paternalismo ilustrado a la fraternidad constituyente.(1)


La desmesura ilustrada que imantaba el accionar de la guerrilla latinoamericana de los 60-70 tuvo su terror inútil. Teoría y praxis se encaminaban a suprimir la injusticia en las relaciones económicas y sociales. Oprimidos, pobres, víctimas, fueron sujetos putativos de un luminoso proceso cuyo protagonismo filosofemático hay que buscarlo en intelectuales que, con la mejor de las intenciones y honestidad, sintieron que tenían la capacidad epistemológica de dar fundamento a una praxis política encaminada a hacer realidad la saturación utópica de los relatos emancipatorios circulantes en la época. Una revisión absolutamente parcial me induce a creer que en muchas ocasiones la dialéctica de la liberación estaba encaminada a recrear nuevas formas de un indeseable paternalismo político.
Pareciera que el presente ha pasado por un riguroso afán deconstructivo que pone las cosas en nuevos y más prometedores corredores políticos. Pareciera que el intelectual comprometido tiene muy en claro que su episteme no habla por boca de todos y que, en todo caso, parte de su aporte es claramente operante en el restrictivo ámbito de las teorías sociales y en la definición de las políticas académicas de las universidades en las que trabajan. Y pareciera que el colectivo de marginados tiene mayor capacidad para pensar desde la autonomía cual es el camino que mejor los instala en una porción real de expresión de su ontología y de sus potencialidades.
En ese sentido sería importante cartografiar los múltiples movimientos que trabajan en pos de producir transformaciones concretas en la materialidad de los discursos y en las articulaciones fácticas sobre las que se verifica la producción y reproducción de las vidas humanas.

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