Multitudes queer, desinstitucionalización y epistemologías
monstruosas.
Que la universidad se llene de multitudes queer, donde queer
no sólo signifique sexualidades y géneros desregulados, sino también apóstatas
étnicos, raciales, sociales, culturales. Que este espacio vetusto que cobijó
por siglos la mismidad aristocrática y la pureza del saber, se erija en un
espacio de desaprendizajes, que reinvente el saber a partir de la vida y que exprese
lo aprehendido dejando atrás las abstracciones, que derribe los muros de la
intolerancia epistémica y de lugar a una experiencia cognitiva que no deje de
lado la emoción, la experiencia vital, la existencia, la tristeza y la alegría.
A la dureza de la universalidad abstracta opongámosle la blandura de la
singularidad concreta.
Por eso hay que empuñar armas destructivas que sieguen los
espacios llenos de malezas. Esas armas deben desarticular la idea de alumno,
como la idea de alguien vacío a quien hay que trasvasarle siglos de verdadera
sabiduría. Hay que inventar armas que puedan ser empuñadas por múltiples sabientes,
ésos que son capaces de enunciar su vivencia y comprensión de la realidad desde
las vísceras: en las entrañas hibernan los conocimientos arduamente adquiridos en
la vida y las expectativas de lo que quieren saber para transformar una
realidad que se ha mostrado inhóspita para las multitudes queer.
Hagamos de la universidad un espacio saturado de política
porque toda la existencia humana es política, aún en sus dimensiones más domésticas
y privadas. Salgamos de la búsqueda neoliberal de la eficiencia y la excelencia
para incursionar en las prácticas del compromiso social y la solidaridad
interpersonal, para involucrarnos en la transformación de una realidad ominosa,
que sin embargo, la sinergia del poder la presentan como aquello que debe ser internalizado,
custodiado y repetido.
Todo acceso de las multitudes queer en el ámbito
universitario debe pensarse desinstitucionalizado, es decir, como una actividad
marginal conquistada, como un crecimiento monstruoso y clandestino forjado
desde la materialidad corporal insumisa e insurrecta e implica un desafío para
dar lugar a una libertaria epistemología de la obscenidad y de la perversión, porque solamente en el ejercicio de la
resistencia seremos capaces de contrarrestar el poder de esas epistemes que se
presentan púdicas y normales, y sin embargo naturalizan la infamia de la pobreza,
de la injusticia, de la guerra, de la discriminación.
Grande Abelardo!!!
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