martes, abril 21, 2020

LA FIESTA (o el carnal o la pandemia)

LA FIESTA (O EL CARNAVAL O LA PANDEMIA). Difiero de las profecías optimistas que señalan un futuro donde todo habrá mutado hacia una suerte de generosidad universal. Contrariamente creo que todo será absolutamente igual. Que este tiempo de tregua que marca la pandemia es solamante un paréntesis lúdico (con perdón de los dolores que cada muerte individual ha causado y de la vieja angustía de hallarse sobreviviendo con unas pocas monedas que por estos días se ha magnificado hasta el escándalo) o carnavalesco que lo encuentro bien descripto en la canción de Joan Manuel Serrat, Fiesta. Por cierto que se trata de una suerte de tiempo furtivo, una especie de juego clandestino que nos permite encontrarnos con aquello que nunca nos atrevemos a ser cuando la vida sigue su curso de regularidades naturalizadas. No somos los mismos por unos días y hasta podemos sentir una potente y feliz inversión en nuestra subjetividad, inversión o transmutación que nos induce a pensar en la existencia o en la posibilidad del cambio, pero como la pandemia se vivió desde la higiene biopolítica como amenaza de la vida biológica (no como asedio a la vida cultural degradada de las mayorías mundiales que han sido pobres durante siglos), cuando acabe la cuarentena volveremos cada cual a hacer lo mismo que hicimos durante todos los años que que llevamos subsistiendo en el mundo. Quizás para algunos, este presidio terapéutico ha sido la oportunidad para redescubrir lo que genuinamente quisiéramos ser, miento de lo que queremos ser, pero es más fuerte el poder de la escenografía constituida -con sus milenios de homologación política y social- que la voluntad constituyente e improvisatoria de las subjetividades acicateadas por la utopía, todo volverá a ser igual que antes. Volverá el poder a resguardar a los capitales y su renta y volverán los obreros a esperar que sus dirigentes negocien el poco precio que, bajo la forma de salario, tiene el tiempo de sus vidas. Volverán los autoritarios a ser autoritarios y los utopistas a ser utopistas. Pero los soñadores no sacarán ventaja. Al contrario, los poderosos pedirán reforzar esfuerzos para recuperar lo perdido y el asalariado deberá trabajar más porque seguramente sus ingresos se verán disminuídos por el aporte que han debido hacer para conservar el statu quo y/o evitar el desempleo, el paro. Los revolucionarios tendrán tiempo vivencial y experimental para confirmar teorías acerca de la autoridad, del estado, del dinero, del consumo y tantas cosas más, pero no irá más allá de continuar una dura batalla político-cultural de construir un mundo donde otros mundos son posibles. Todo volverá a ser lo mismo. El virus seguirá administrando su invisible guillotina, hasta que una medicina aminore su poder destructivo, pero las poblaciones lo habrán naturalizado como otra forma más de la posibilidad de la muerte. Será otra enfermedad más que nos recuerda a diario nuestra finitud. Quizás alguna vez escribamos canciones analogando la pandemia a una fiesta desidentificadora, liberadora, igualadora. Como la fiesta de Serrat.

lunes, marzo 23, 2020

Corona virus, biopolítica y anarquía.

El corona virus existe. Es un organismo muy primitivo al que no se le puede asignar responsabilidad moral por su letalidad. La inteligencia ideológico-política de la Humanidad contemporánea es el hospedador racional del genoma de ARN que conforma al diminuto depredador. Es unánime, a nivel mundial, la preocupación estatal por la salubridad biológica de la población, es decir la obsesión biopolítica por las poblaciones, concepto eminentemente ecológico. Pero en este encarnizamiento higiénico se está dejando de lado o secundarizando los problemas que los seres humanos tenemos por ser seres culturales-políticos. Somos animales y como tales debemos contrarestar al invasor para no morir, pero somos especiales animales tecnológicos, "espirituales", que también morimos por no cumplimentar una vida con calidad y dignidad propia de nuestras necesidades y deseos un tanto más sofisticados que las elementales necesidades biológicas. Es necesario que nuestras inteligencias sensibles se unan para expulsar al virus y para poner en jaque la preocupación unilateral que los estados están mostrando en todo el mundo al transformar la Tierra en un gran hospital, donde la preocupación es meramente controlar la morbilidad y la mortalidad sin ningún otro tipo de consideración diferencial. Quizás sea la hora de una gran huelga general, porque si pensamos un poco, advertiremos que el poder estatal -a través de sus instrumentos de logística cotidiana: el dinero y el lucro- son creaciones adventicias que pueden perfectamente ser sustituidas por la organización productiva autónoma de las multitudes. El ímpetu estatal por preservarnos vivos indiferenciadamente (es decir explotados, segregados, marginados, piramizados, imbecilizados) se condice con una macro maniobra del capital, que, a pesar de su exhibición militar-policial de poderío, es débil cuando minimiza el deseo de libertad y vida digna de las multitudes. Es posible comprender la enorme capacidad que tenemos para enfrentar la pandemia cuidándonos, pero cuidándonos con el objetivo de salir de ella emancipados de toda tutela paternalista. Autogestión, cooperación, ayuda mutua, solidaridad. Hoy más que nunca el viejo saludo anarquista cobra sentido SALUD Y ANARQUIA.

martes, marzo 17, 2020

Izquierda ética versus derecha moral. Hacía la anarquía o caos ético.

Hay un momento en que el progresismo vira hacia la derecha moral: es el punto en que sus aproximaciones teóricas se convierten en dogmas absolutos. Ya no es posible avanzar hacia un estado de cosas que podemos caracterizar como Izquierda ética, en no es sino la descripción de un estado de cosas donde el diálogo y la crítica son las herramientas de la construcción de consensos. Seguramente apelo a esta idea de Izquierda ética porque restos de al pseudoprogresismo me inducen a creer que la izquierda es un siempre un absoluto reservorio de verdad y moralidad. Seguramente debería hablar de anarquía o caos ético, porque solamente es ético aquello que se expone a su autodestrucción, que es, para mí la definición de la anarquía: lo que puede negarse por carecer de un absoluto fundante.

sábado, febrero 22, 2020

ETICA ERÓTICA. POLITICA, TECNOLOGÍA Y GESTIÓN DE LOS PLACERES

Se trata de un libro de honda reflexión que nos pone ante una concepción diferente de la ética: estamos ante una ética sensible, material que nos permite establecer nuevas conexiones con los compañeros de ruta en este mundo. A la frialdad de las éticas clásicas se le opone el calor de la empatía y la apertura a una moral del placer. El libro no descuida en absoluto la mirada política y reclama, a la manera de una fórmula anarquista, PLACER PARA TODOS!!!!