sábado, abril 25, 2009

Epistemologías de la tribalidad y de la urbanidad. La erosión de la piramidación social.




Los primeros logros de la electrónica en su gozoso connubio con la informática cristalizan en el campo de la producción, almacenamiento y distribución de unidades de información y conocimiento. Con ello, de una manera prácticamente inédita se generan las condiciones de posibilidad para provocar una paradójica inflexión en el rumbo jerarquizante que, de manera generalizada, ha perseguido hasta el presente la educación institucionalizada.
Si bien es cierto que la inercia societaria puede hacer que las tecnologías informáticas continúen acumulando jerarquización y desigualdades en la base de la pirámide que desde hace siglos se viene edificando al abrigo del conocimiento y de sus usufructuarios. En ese sentido, un nuevo analfabetismo se sumaría (y de hecho se suma) al ignominioso yugo que mantiene analfabetos de la escritura tradicional a millones de seres a lo largo del planeta frustrando ontológicamente el ingreso a una calidad de vida antropomorfizante.
Pero, a más de una serie de condiciones peculiares de la coyuntura política internacional, no debemos menospreciar la persistente vigencia del utopizar que nos permite esbozar como conjetura, que las tecnologías informáticas y las redes comunicacionales pueden contribuir a una tribalización de la sociedad mediante su capacidad de tramar un espacio desterritorializado que, en su desconcertante u-topos, erige en sabientes e informantes a todos los virtualmente interconectados volatilizando los nichos concretos de radicación jerárquica. El modelo relacional que supone la navegación por el Cyberespacio apela a una suerte de desurbanización epistemológica y a la recuperación de un saber más próximo a la doxa tradicional por su carácter existencial, operativo y substituible. La metáfora de lo urbano nos sirve para describir dos concepciones antitéticas de lo científico (como sustancia esencial de la transmisión educativa): por un lado una ciencia localizada, urbana que nos remite a planos explicativos, a referencias deductivas, a circulaciones metodológicas y estratégicas, por el otro, una sabiduría tribal identificada con la comprensión simpática, con la percepción holística, con un deambular convivencial y solidario.
La multiplicación desregulada de los sabientes, la instantaneidad de la información, la deslegitimación de los monopolios enseñantes, concebidas como posibles consecuencias de la democratización en el empleo de las tecnologías info-educativas, aparejan una transparentación de las propias limitaciones y una invitación a transitar el sendero que conduce al gozoso reconocimiento de las pequeñas verdades ajenas, de la multifacética y desestructurante diferencia. Las prohibiciones institucionales que se establecen bajo la forma de cupos, requisitos, titulaciones, etc. son abolidas gracias a la docilidad de las tecnologías informáticas, y la transmisión instantánea, sin censura, de las informaciones producen un debilitamiento del poder omnímodo con que se invisten los monopolizadores que distribuyen el conocimiento en lentas dosis para incubar su obsolescencia cuando es apropiado por los que en último término beben sus gotas derramadas. La perplejidad concomitante a la auto-percepción de la rica vastedad de lo otro desbarata las pretensiones jerarquizantes y contribuye a una horizontalización de las relaciones. La pedagogía no puede ejercerse desde un supuesto vértice luminoso, ni operar como un acto esclarecedor que se instaura entre el maestro iluminado y el alumno ignorante. La erosión de las pirámides parece entrar en una fase irreversible: no hay autoridad que resista la deslegitimación de la transparencia. El reiterado recurso a una verdad superior y excluyente pierde veracidad ante la infinita posibilidad de formular versiones divergentes de la realidad.

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