domingo, agosto 27, 2006

Una reinterpretación de Ariel y Calibán


La simbología de Ariel y Calibán es recurrente en el pensamiento latinoamericano y ha sido reinterpretado de varias maneras siendo las más relevantes la de Rodó en el 1900 y la de Fernández Retamar en los años 70 del siglo pasado. En la reinterpretación que aquí planteo, el símbolo de Ariel encarna de manera irremisible al intelectual separado de las preocupaciones más ordinarias del pueblo, abocado al exhaustivo estudio de mapas conceptuales que en su olímpico enclaustramiento ha sobrevaluado erigiéndolos en el eminente territorio de lo real. Calibán, por su parte representará el deseo y el obrar emancipatorios de las grandes mayorías que incluyen en su seno a los que realizan el trabajo inmaterial en su carácter de proletarios. Estas mayorías -gestando un proceso revolucionario que decanta en conquistas antropológicas inamovibles- continúan ocupando nuevos espacios de actividad social y nuevas posibilidades de usufructo de los bienes culturales que, tanto las filosofías de la historia como las ontologías eurocéntricas negaban a los sectores populares mayoritarios considerados como “masa” moldeable, amorfa, conducible. En nuestro esquema Ariel y Calibán se hibridan, se mestizan, se interpenetran fraternamente. Desde sus diferencias sociales y culturales, desde la heterogeneidad de sus trabajos, confluyen, complementaria e interdependientemente, en la común tarea de crear un modo de convivencia más justo e inclusivo, basado en la producción de la riqueza común.